Tom Petty (and The Heartbreakers)

Tom Petty (and The Heartbreakers)

Todavía recuerdo las comillas enmarcando “accidental” en la noticia de EL PAÍS que en enero de 2018 revelaba los resultados de la autopsia al cadáver de Tom Petty, muerto tres meses antes por una sobredosis de medicamentos (opiodes, antidepresivos y sedantes) que el artista acabó tomando a demanda para paliar los dolores de su cadera rota, con la cual, como estaba, seguía empeñado, con 66 años, en acabar su gira de 53 fechas por Europa y América para conmemorar los 40 años de su unión con los Heartbreakers, su banda -nunca mejor dicho- de toda la vida.

Esa «sobredosis “accidental”» del periódico se pasaba por el forro el buen gusto, la prudencia, el respeto a un ser humano y, por supuesto, el informe de los forenses y el testimonio de la familia ¿Pero cómo iba a perderse el “periodista” (toma comillas) la oportunidad de relacionar rock con drogas y con muerte?

Además y salvo las que buscan deliberadamente el suicidio ¿hay alguna sobredosis que no sea accidental?

Dicen que Thomas Earl Petty (Gainesville, Florida,1950) llegó al rock demasiado tarde, que si hubiera pertenecido a la generación anterior (de Dylan a los Beatles y de los Yardbirds a The Animals) hubiese sido mucho más grande, pero lo cierto es que, cronológicamente y en lo suyo, no estuvo tan mal acompañado por nombres como los de John MellecampBruce Springsteen o John Hyatt, conformando todos ellos -y alguno más- quizá el último ramillete de artistas de rock clásico americano con un alcance global.

Petty siempre fue sinónimo de calidad, de honestidad, de coherencia y hasta de buen rollo (no hace falta más que recordar las anécdotas con sus plagiarios) y la herencia que dejó a lo largo de 20 discos y miles de conciertos constituye sin duda la mitad del canon del rock americano adulto, ese inmenso lago plácido adonde van a desembocar hasta las carreras de los más vanguardistas y donde da gusto ver darse chapuzones a los chavales que empiezan.

José Preciado