“La tierra prometida” (“Bastarden”, 2023)
“La vida es caos, es caos” repite cansinamente Frederik (De) Schinkel, el malo -absoluto- de este magnificente western danés, que cambia Wyoming por Jutlandia, mexicanos por gitanos y patatas por lo que sea, para contarnos la historia (o una historia, pero real) del capitán Ludvig Kahlen, pionero en el intento de cultivar y colonizar (o era al revés) el inhóspito páramo escandinavo en la segunda mitad del siglo XVIII.
“La vida es caos, es caos” pensará cansinamente el director Nikolaj Arcel (“Milenium”, “Un asunto real”, “Jinetes de la justicia”), al ver cómo se le escapan los leones en Venecia y ni se acuerdan de su película en los Globos de Oro o los Oscar, siendo “La tierra prometida” probablemente mejor que la mitad de las nominadas como “International Feature Film”, no ya una a una, sino juntas.
¿Y por qué -digo yo que- pasan estas cosas? Pues porque “Bastarden” (título original) es -habrán pensado- “demasiado clásica” ¿Y qué es eso de “demasiado clásica”? Pues poca cosa: tiene planteamiento, nudo, desenlace, personajes-actantes muy bien definidos (cada uno con un objetivo en la trama, con una interacción lógica entre ellos y con un arco evolutivo), los acontecimientos siguen una causalidad, su desarrollo es claro y nunca ambiguo, se muestran los hechos perfectamente porcionados y, cuando llegamos al final, tenemos una consumación, porque todo encaja, satisface y colma.
—¿Qué es lo que hemos visto, niños?
—¡Una película re-don-da!
Por eso la castigan. Por inútiles, por ignorantes, por necios, por envidiosos y adoradores del caos.
Y por eso no os la podéis perder.
Para que los zurzan.