Tres Ripleys y un solo Tom verdadero

Tres Ripleys y un solo Tom verdadero

He visto no sin placer la serie “Ripley” (Steven Zallian, 2024) en Netflix y, como las otras dos adaptaciones de la novela (The Talented Mr. Ripley, 1955) de Patricia Highsmith estaban a tiro, me he puesto con ellas y he llegado a las siguientes conclusiones: 

“A pleno sol” (“Plein soleil”, René Clément, 1960) está demasiado vieja y Alain Delon demasiado guapo. Lo de vieja significa que, a estas alturas de la ficción audiovisual, la película de Clément resulta torpe, chapucera, fragmentaria y podrá parecer casi ininteligible para un público joven actual. Lo de Delon significa que, si todo el peso de la trama debería caer sobre el personaje de Ripley, eso no ocurre en este caso: las cosas pasan casi porque sí (o sea, porque lo pone en el guion) y casi nada podemos adivinar de las sus motivaciones para actuar y muy poco de sus tribulaciones. Más que un ser un humano que “hace cosas” tremendas, el Tom Ripley de Delon/Clément es un hombre (guapísimo e inexpresivo) al que le “pasan cosas”. Y conviene recordar que esas cosas son estafa, suplantación de personalidad, robo y asesinato. 

“El talento de Mr. Ripley” ((The Talented Mr. Ripley, Anthony Minguella,1999), con un reparto extraordinario (Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Jude Law, Cate Blanchett, Philip Seymour Hoffman) es, para mi gusto, la mejor de las tres versiones y lo es precisamente porque tiene todo aquello de lo que carece la cinta de 1960: el personaje de Tom Ripley (extraordinario Damon) es denso y muy complejo, sabemos muy pronto sus motivaciones, advertimos sin sombra de duda su oscuridad y aprendemos a temerlo. Este Ripley sí que “hace cosas”, como un tigre con hambre al que le quisieran birlar su presa. Por supuesto, todo lo que pasa en “El talento de Mr. Ripley” está motivado por una causalidad de acontecimientos, la dualidad del personaje de Dickie Greenleaf (Jude Law) ofrece un acicate muy eficaz para la trama y una también magnífica Gwyneth Paltrow encarna a la mejor y más sufrida Marge Sherwood de la tripleta. 

“Ripley” (Steven Zallian, 2024) es sobre todo un ejercicio de estilo de “noir” llevado casi al paroxismo: blanco y negro, alto contraste, gran angular y encuadres estetizantes no conforman solo el escenario de la historia, sino que parecen pedir ser protagonistas, hasta el punto –y se nota- de que, cuando la realidad delante de la cámara no ha estado a la altura de lo buscado, se han añadido escenarios o prolongación de estos vía CGI. Con todo –y centrándonos en el tratamiento del personaje principal- el Tom Ripley encarnado por Andrew Scott sí que tiene sus aristas y su misterio, aunque no da miedo como el de Matt Damon, porque eso lo anula su (estetizante) hieratismo. Y en cuanto a su comportamiento a través de la trama (en ocho episodios que suman unas quizá excesivas siete horas de duración) este Ripley sí que “hace cosas”, pero la sensación permanente, sobre todo a partir de cuando los acontecimientos se precipitan, es que este tipo lo que tiene es una potra del tamaño de Sicilia. 

José Preciado