5 reseñas de cine

5 reseñas de cine
“Vidas pasadas” (Celine Song, USA, 2023) es la fiestaca del anticlímax y una historia estática del gobierno despótico de las meninges sobre las tripas. También es una anti-comedia romántica que no se deja ser drama de amor. Celine Song carga sobre el espectador casi toda la responsabilidad del sentimiento, de la pasión, del remordimiento y de la furia: no están visiblemente en la película (quizá tímidamente en el último plano) y los tienes que poner tú o, en caso contrario, te levantas tan fresco y te largas.
La película es tan fría (la protagonista es el iceberg del Titanic) que no llegas a estar demasiado seguro de si lo que has entendido está ahí o te lo estás inventando tú: me refiero a la justificación de la decisión/conveniencia de la chica y la indiscutible evidencia de cuál hubiera sido la mejor elección.
Si lo que he visto/inducido es lo que hay, “Vidas pasadas” es entonces una tragedia de amor coreano con tres cadáveres y un consuelo místico basado en la predestinación y la reencarnación.
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“American Fiction” (Cord Jefferson, USA, 2023) podría haber sido un fenomenal puñetazo encima de la mesa contra la cultura “woke” en particular y la imbecilidad humana en general, pero se apaga lentamente conforme transcurre su metraje; y lo que podría haber sido un sopapo soberbio se queda en un ademán impotente.
Es curioso cuánto se parece la película a su protagonista, el novelista Thelonious ‘Monk’ Ellison (con coña jazzística), quien empieza colosal enfrentándose a una idiota (blanca) y urde luego un escarmiento superlativo contra las editoriales (blancas) y sus lectores (blancos), pero que, cuando le llega la hora de entrar a matar, ni “Monk” en la ficción (dos o tres veces superpuesta) ni Jefferson a los mandos del film logran ni apuntar ni disparar con su artefacto.
Y, claro, esa indecisión (o amilanamiento) la nota el espectador, que se queda con cara un poquito como de acelga.
PS: Yo no he leído “Erasure”, la novela de Percival Everett en que se basa “American Fiction”, pero, ahora que acabo de mirar su trama en Wikipedia, confirmo que esta película ha sido un tiro de escopeta de feria.
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Hola, amigos. Soy el personaje de Ana Torrent (e incluso la misma Ana Torrent) en CERRAR LOS OJOS y vengo a confesar que no me creo nada de ella. De hecho, tengo la sospecha de que los únicos que se la han creído alguna vez han sido Erice y su coguionista. Por eso probablemente, parece que entre la película y el espectador hay todo el rato una mampara de metacrilato, como las del COVID, y sin limpiar. Le sobran tranquilamente tres cuartos de hora, pero lo malo es que, si se los quitaras, la cosa no daría ni para telefilm ¿Para que c*** sirve el personaje de Soledad Villamil? ¿De verdad que tiene que vivir en Segovia? ¿Y por qué canta? ¿Para qué sirven los vecinos chabolistas? ¿Y Juan Margallo haciendo del Doctor Obvio? ¿Los diez minutos de vellón de la película fallida puestos al principio son para sacar gente de los cines? ¿Y los cinco minutos gore del final qué quieren de mí?
¿Qué se salva de todo este tremendo desacierto? Pues claramente Manolo Solo, que hace un esfuerzo titánico en darle vida a un zombi, y José Coronado, que precisamente borda a un zombi.
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Me faltan por ver un par de películas de las que más nominaciones suman en los Goya de este año, pero ya me extrañaría que alguna me gustara más (y me pareciera mejor) que esta magnífica “Saben aquell” de David Trueba.
Y, si pasa que me gusta alguna más, prometo rectificar.
Pero no tendré que rectificar, ya veréis.
Y esto, por varias razones, todas ellas basadas en las carencias habituales del cine español de las dos últimas décadas, carencias que “Saben Aquell” no tiene.
A la película le interesa gustar y pone en juego para ello varias estrategias perfectamente estructuradas: es tierna, familiar, cercana, emocional y los personajes y sus conflictos son reconocibles.
Usa la nostalgia de una época, la España de los 70, con mucha sabiduría: la ambientación abraza, ilustra e ilumina la historia, pero no la comprime y la narración respira. Como los chistes de Eugenio, la película de Trueba -en esto milagrosa- no se mete en política, ni en sexo, ni en religión.
Y, finalmente, la pareja protagonista carga sobre sus hombros con todo el aparato que acabo de describir y logra encajarse como sendos guantes los personajes de Eugenio Jofra y Conchita Alcaide, sin afectación y sin caricatura, con muchísimo respeto y hasta con cariño.
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La sorpresa en “Nyad” (Elizabeth Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, USA 2023) estaría en que Annette Bening o Jodie Foster no estuvieran soberbias, que por supuesto que lo están, o que la historia no fuese “inspiradora”, que lo es; lo que pasa es que la sorpresa está en que no hay sorpresa. Por no haber, hasta la épica se diluye a través de un guion tan torpe que, a base de repetir el mismo tratamiento para cada uno de los intentos de la nadadora sexagenaria, se carga la historia y, por tanto, se lleva por delante el disfrute del espectador, quien -pongamos a la altura de la tercera tentativa de la protagonista- ya está mirando el reloj y pensando que, a lo peor, le importa un bledo que Diana Nyad llegue nadando desde Cuba a los Cayos de Florida.
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José Preciado