«Adolescencia» (Netflix, 2025)

«Adolescencia» (Netflix, 2025) es puro terror y además del que más se te agarra, porque al monstruo puede que lo tengas ahora mismo mirando el móvil en su habitación, adonde casi seguro que va a volver después de comer casi en silencio con toda la familia, mientras os mira como si le debierais un millón de euros.
Porque los hijos adolescentes podrían ser alienígenas que suplantan a nuestras criaturas, y, en las ocasiones en que esos extraterrestres comenten actos inesperados o inexplicables, es cuando con más dolor advertimos al desconocido que se nos ha metido en casa.
«Adolescencia» va de cuando ese alien, en vez de un haberse metido en un lío impropio e impensado, lo que a ti te mete en casa es una abominación tan devastadora que sabes que lo va a aniquilar todo: tu hacienda, tu vida, tu familia, tus afectos y a ti mismo.
«Adolescencia» es una obra maestra en todas sus capas. En la formal, porque el plano continuo, además de una virguería técnica, es efectivamente el «tren de cremallena» que decía Hitchcock que debía ser toda historia: nos agarra y tira de nosotros sin que podamos escapar, es decir, sin que podamos dejar de mirar. En el guion, porque bastan cuatro secuencias de una hora, bien distintas y separadas en el tiempo y en el espacio, para que advirtamos las dimensiones del abismo que se ha abierto en las vidas de los protagonistas y ante nuestros ojos. Y, finalmente, en las interpretaciones del reparto, empezando por los más jóvenes (Owen Cooper, la madre que te parió) y terminando por los adultos, coronados por Stephen Graham, coautor del guion, y Christine Tremarco, padres del ominoso adolescente, quienes, en el cuarto y último capítulo, ponen ante nuestros ojos la más vívida y carnal ilustración de la tragedia.