Neo-psicodelia, bingo a la tercera

Neo-psicodelia, bingo a la tercera

El término neo-psicodelia, aplicado a bandas de los 90 y los 2000 como Flaming Lips, Mercury Rev o Animal Colective, bien debería haberse llamado neo-neo-psicodelia, porque a finales de los 70 y durante los ochenta formaciones como Echo & The Bunnymen, The Soft Boys o incluso Siouxie & The Banshees hicieron notables incursiones en los dominios de los sonidos ‘raros’ y exóticos.

Lo que pasa mayormente en los 90 es que, donde ya no había una escena psicodélica, la industria sí vio un nicho psicodélico, sobre todo en la programación de los grandes festivales que empezaron o resurgieron en esos años y, si en principio composiciones vaporosas -Mercury Rev-, orquestaciones épicas -Flaming Lips- o emulaciones de los primeros Pink FloydTame Impala– podían haber tenido problemas para gustar al gran público por sí mismas, flanqueadas y arropadas por otros sonidos más digeribles -por ejemplo el brit pop- podían ser consumidas por la masa sin dificultad.

Y esta es la gran paradoja y el gran triunfo de la neo-psicodelia, que, emulando sonidos de grupos normalmente minoritarios y de vida muy corta -sagradas excepciones son The Beatles, The Beach Boys o los ya citados Pink Floyd, por supuesto-, o sea, tirando muchas veces de papel de calca, estas bandas consiguieron lo que la mayoría de las primeras psicodélicas de los 60 (The Seeds, The Mojo Men, The Barbarians) ni rozaron: llenar estadios, vender millones de discos, salir en la tele y/o las revistas y hacerse ricos y famosos.

José Preciado