Flamenco para gafapastas 2

Flamenco para gafapastas 2
Hace un año publiqué una playlist a la que llamé “Flamenco para gafapastas”, hoy llega la segunda entrega y llega porque, como decía hace un año, lo que está ocurriendo en entre los artistas jóvenes del flamenco es una verdadera revolución. Y las revoluciones no conviene perdérselas, aunque sea solo por echar un ojo, porque no ocurren todos los días.
De la misma manera que pasó el los años 70 (Camarón, Las Grecas) o en los 90 (los flamencos del sello Nuevos Medios), el contacto de los nuevos artistas con otras músicas y, especialmente, con las más populares o pujantes (el rock y el soul en los 70, la llamada “world music” hace 35 años o, ahora, la electrónica y la llamada “música urbana’), ese contacto, digo, permite incluir en las creaciones -y muy especialmente en la producción de las mismas- sonidos y maneras ajenos al flamenco, pero que este los incorpora, deglute y metaboliza casi sin coscarse, porque todos sabemos que es como el whisky DYC y “nunca se ahoga en un vaso de agua”.
Y al contrario (muy al contrario) de lo que sucede en el universo -menguante- del rock o en el -momificante- del indie, la sensación inmediata que obtenemos al escuchar estas canciones es la de la absoluta libertad de que han gozado estos artistas en el proceso completo que va de la idea a la publicación/ejecución. Libertad de ocurrencia de la que no disfrutan en absoluto rockeros o indies, chapoteando por toda la eternidad en un charco muy grande de complejos y prejuicios, charco, por cierto, que también comparten sus aficionados.
¿Os imagináis, por ejemplo, a cualquier artista o banda española popular, pop, rock o indie, grabando una versión de un tema tradicional de hace 100 años cambiando el tempo, metiendo bases y “beats” como si no hubiera un mañana y haciendo sonar en medio unos mizmares norteafricanos?
Imposible ¿verdad?
Pues disfrutemos de las ocurrencias, la libertad y, sobre todo, del talento de unos músicos que, sin excusa ninguna, pueden ser calificados como patrimonio nacional.

José Preciado