Annie & The Caldwells – “Can’t Lose My (Soul)”, Luaka Bop, USA, 2025

Annie & The Caldwells – “Can’t Lose My (Soul)”, Luaka Bop, USA, 2025
Con la muerte del papa Francisco, el posterior cónclave y las primeras ceremonias del nuevo papa León XIV, el público y los medios parece que han descubierto el tremendo poder visual -esto es, propagandístico- que tiene la pompa vaticana. En Roma saben hace siglos -probablemente desde la Contrarreforma, porque ahí empezó la competencia directa entre dos cristianismos occidentales- que la suntuosidad del culto católico no tiene igual en el mundo y es uno de sus puntos fuertes, por eso casi nunca han dejado de cuidarlo y fomentarlo.
Una religión es un producto, quizá un servicio, y como tal tiene que publicitarse y destacar de la competencia. Unos lo hacen de manera visual (católicos, judíos, musulmanes, budistas), otros, como contraste, evitan la vistosidad (luteranos, mormones, testigos de Jehová) y se muestran austeros y, finalmente, hay otros que reservan su hecho diferencial para el interior de los templos en el momento del culto.
Herederas a medias de las ceremonias animistas africanas, con sus manifestaciones gregarias, sus trances colectivos y sus éxtasis místicos, las iglesias cristianas del Sur de los Estados Unidos, buscando precisamente ese punto fuerte, descubrieron que se podían combinar los himnos de los blancos con el “soul” de los negros e inventaron el góspel. Y yo siempre he dicho que, si tuviera que volver al redil de la religión, intentaría empezar en alguna pequeña capilla rural de Alabama o Georgia cantando a grito pelado. Suponiendo que me dejaran.
Annie & The Caldwells son una banda y también una familia y todos los domingos en West Point, Mississippi, obran un milagro terreno a mayor gloria de Dios. Y particularmente a gloria suenan, porque lo que hacen es, por supuesto, góspel, pero hay montañas de soul, torrentes de disco y tornados de funk en un estado tal de pureza que asombra y sobrecoge: es esencialmente como si no hubiera pasado el tiempo desde los años 70 del siglo pasado, pero es que también se nota y no se oculta que ha pasado, porque hay elementos -sabios, precisos, estratégicos- de evolución y actualización.
Annie & The Caldwells son una madre, un padre y sus hijos, y solo tocan los fines de semana. Los días laborables una abre su tienda, otro conduce su ambulancia, aquel es mozo de almacén, esta es maestra y esa otra trabaja en atención al cliente. Y la matriarca, Anni Caldwell, solo ahora, gracias a este disco, ha salido por vez primera de su estado natal.
Dios bendiga al sello de David Byrne, que los descubrió. Aleluya.

José Preciado