Dos joyas del cine fantástico español
La especie de consagración en que últimamente he empeñado mi vida en torno a la figura de Fernando Fernán-Gómez me ha llevado a ver ciertas películas de su descomunal trayectoria que, para mi desgracia, no había visto todavía.
Llevo ya unas buenas cuantas, pero hoy quiero referirme a dos pertenecientes al género fantástico, con guiones adaptados de notables obras literarias y dirigidas sabiamente por dos maestros del cine.
La primera es El destino se disculpa, dirigida por José Luis Sáenz de Heredia, con guion suyo y de Wenceslao Fernández Flores basado en su cuento El fantasma, publicado en 1930. La película, que es una cándida delicia, supuso el retorno de Sáenz de Heredia -después de su aportación patriótica con ‘Raza’- al cine que más le gustaba, el de las comedias ligeras pero de humor inteligente, al estilo de Lutbisch. Para ese retorno contó con el principal actor cinematográfico del momento, Rafael Durán, y le puso como escolta en pantalla a Fernán-Gómez, lo que supuso para este su (primera) consagración, a los 23 años. Durán y Fernán-Gómez están muy bien acompañados en la cinta por María Esperanza Navarro, Mary Lamar (en su segundo papel como novia antipática que le llevo visto en una semana) y la inmensa Milagros Leal (madre clónica de Amparo Soler Leal: hay que verlo para creerlo).
La historia de El destino se disculpa, un cuento moral, es la de dos amigos, venidos de provincias a Madrid para cumplir con su destino, el triunfo, quienes, después de algunos notables traspiés, se conjuran para que aquel que muera primero vuelva del otro mundo como ángel de la guarda y preserve al otro de las malas decisiones, cosa esta que Teófilo, el personaje que incorpora Fernán-Gómez, acaba cumpliendo más pronto que tarde.
Las apariciones del fantasma, encarnándose en distintos seres y objetos, entre ellos un palo de golf, una figurilla del Quijote, un perro y ¡un queso! están bañadas en un humor blanco muy placentero. El componente fantástico de la película tiene además otro anclaje en la figura de El Destino, un encantador viejecillo que mira a cámara y trata de convencernos de que él, ‘humilde funcionario’, no tiene entre sus atribuciones interferir en las libres decisiones humanas.
Este personaje, interpretado por Nicolás Perchicot, tiene un inconfundible parecido con el ángel de la guarda de Qué bello es vivir, de Frank Capra, pero esa película norteamericana es de 1946, dos años posterior a El destino se disculpa, así que muy bien podemos decir que Sáenz de Heredia se adelantó a Hollywood al menos dos veces: una con esta película y otra con el archiconocido gag de los ladrones en Historias de la radio, de 1955, repetido por Woody Allen en Días de radio, de 1987.
La segunda joya es bastante más conocida. Se trata de Un marido de ida y vuelta, adaptación de la pieza teatral homónima de Enrique Jardiel Poncela.
Dirigida en 1957 por Luis Lucia, contaba en su reparto con Fernando Fernán-Gómez (primer marido, fallecido), Emma Penella (esposa, viuda, esposa) y Fernando Rey (segundo marido), acompañados por Mercedes Muñoz Sampedro (que no se baja, porque ya no podía, de un cochecito para discapacitados, lo que hace que su papel sea todavía más alocado/absurdo), Antonio Riquelme y Xan das Bolas; y cuenta además con breves apariciones de José Luis López Vázquez, Lola Gaos, Jaime Blanch y Nuria Torray.
La historia es bien conocida, pero siempre se puede resumir. Pepe y Paco eran dos amigos enamorados de la misma mujer. Leticia elige a Pepe. Pepe y Paco continúan su amistad. Pepe, enfermo del corazón, muere durante una fiesta de disfraces, vestido de torero, no sin antes hacer prometer a Paco que no se casará con Leticia. A Paco le falta tiempo para faltar a su promesa y Pepe, justo desde después de la ceremonia, vuelve del otro mundo y empieza a sabotear al matrimonio, primero con fenómenos poltergeist y luego directamente apareciéndose a Paco, pero no a Leticia, lo que provoca innumerables situaciones hilarantes.
Solo con imaginar/ver a Fernán-Gómez como un fantasma vestido de torero (que además toca al piano piezas clásicas y pasodobles) ya está vendida media función, pero no se conformaron con eso Lucia ni su reparto ni su equipo. Un marido de ida y vuelta es todavía hoy, sesenta y cinco años después de su estreno, una comedia ágil, fresca, muy divertida y con un encantador punto petardo y gamberro; además, muestra unos efectos visuales -apariciones, desapariciones, objetos volantes- bien resueltos y en absoluto chapuceros.
Hay que contar por último una pequeña historia triste: Un marido de ida y vuelta, estrenada en 1939, tiene casi el mismo argumento que Un espíritu burlón (Blithe Spirit), estrenada por el británico Noel Coward en 1941 y Jardiel Poncela, a quien quiso oírlo, siempre contó que los agentes de ambos autores habían establecido un acuerdo de intercambio de libretos para su traducción y ocasional estreno en los respectivos países. Jardiel en 1939 escribió, estrenó y envió a Londres Un marido de ida y vuelta, pero ni Coward ni su agente acusaron recibo (sería porque había estallado la Segunda Guerra Mundial) y Jardiel no volvió a tener jamás noticia ni de ellos ni de la suerte de su obra.
Blithe Spirit se ha representado decenas de miles de veces por todo el mundo (en España por última vez en 2015), tiene dos adaptaciones cinematográficas (muy buena una de David Lean con Rex Harrison de 1945) y siete adaptaciones para televisión (datos de Wikipedia).
Un marido de ida y vuelta no corrió la misma suerte.