«Anatomía de una caída», casi un destrozo
Lo de la Palma de Oro en Cannes hace mucho que no vale ni el estuche en que la entregan, pero tenía más esperanza con el doble Globo de Oro (guion y película extrajera) que avala esta producción francesa fría, distante y estática, como esos Alpes nevados donde se ambienta la historia.
A ver, no es que la película sea un horror: la dirección de actores, por ejemplo, es estupenda y la dosificación de los elementos de la trama te mantiene, no en vilo, pero sí atento, pero, cuando ya sabes (porque yo no había leído nada de ella) que la película es un thriller judicial, pues esperas al menos -uno- participar convenientemente como espectador en la intriga (y la película racanea datos y detalles, los hurta o directamente te confunde con ellos) y -dos- aguardas alguna sorpresa, un giro sorprendente, un final inesperado, un Algo. Porque lo que lamentablemente te pasa al final con «Anatomía de una caída» es que no acabas de verle el sentido a los ¡150 minutos! de metraje y te acabas preguntando un tanto mosca ¿pero para esto me han tenido aquí sentado dos horas y media? ¿De verdad, Justine Triet? ¿Que no conocemos al 100% a las personas con quienes compartimos la vida? ¿Que las decisiones o los errores de los padres tienen consecuencias en los hijos? ¿Que es muy difícil no ser egoísta?
Ah, el chaval, que se llama Milo Machado Graner, fabuloso.
Y, por último ¿el carajal que se monta en la sala de audiencias, con abogado defensor y fiscal quitándose la palabra, interrumpiendo a los testigos y hasta pasando de ellos será normal en los juzgados franceses?